El pico de gallo es una salsa tradicional de México. En realidad, tiene muchas variantes, aunque la que hoy os presentamos es la más común cuando vas a comer a un restaurante mexicano en España.
El pico de gallo es una salsa fácil de preparar, muy rica y lo mejor, barata. Y si la hacemos cuando sea la época de los tomates (a finales de verano), más aún. Esta salsa suele servir de acompañante para otros platos mexicanos como los nachos, las quesadillas o algunos tacos.
La variante que hoy os enseñamos es el pico de gallo salado, con tomate y un toque picante. Sin embargo, también podéis darle un toque dulce si va a acompañar a un plato de carne, por ejemplo, añadiéndole un poco de naranja, mango, piña o melón.
Ingredientes para 4 Personas
Lo primero de todo es pelar los tomates. A continuación les damos un corte a la mitad y cortamos cada parte en cuadrados pequeños. Si picamos los tomates encima del bol, el jugo de los tomates quedará ahí y nos servirá para darle más líquido y sabor a la salsa.
Echamos los dados de tomate a un bol y los salamos. Después debemos cortar la cebolla. A mi me gusta más en trozos bastante pequeñitos, porque si no el sabor de la cebolla domina mucho en la salsa.
Lo siguiente es coger los chiles jalapeños y darles unos cortes para que se piquen bien. Si queremos que la salsa pique más, podemos añadirle un poco de tabasco o alguna salsa picante de ese mismo tipo.
A continuación cogemos el cilantro y separamos las hojas de los tallos. Cuando las tengamos, las juntamos y las picamos muy bien con el cuchillo. Debe quedar bastante cilantro en la salsa.
Finalmente, exprimimos el zumo de una lima y lo echamos por encima del bol. Removemos con una cuchara y servimos así.
Esta salsa es un clásico que puede combinar a la perfección con muchísimos platos. Si queréis, también podéis acompañarlo de alguna receta mexicana, por ejemplo, unos tacos dorados.
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Consejo del día
Si tenéis tiempo y queréis que los palitos queden perfectos después de freirlos, os recomiendo que pongáis doble capa de huevo y pan rallado. Así nos aseguramos de que la mozzarella quede bien envuelta y no se salga al freirla.
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