La salsa de tomate es una de las salsas más consumidas en todo el mundo. Sin embargo, muchas veces no pensamos en que la salsa de tomate da mucho juego más allá de la pasta. Nos puede servir perfectamente para complementar un pescado a la plancha, para unas albóndigas o para un arroz a la cubana.
Si lo que queremos es preparar una buena salsa de tomate, lo más importante es que nuestros tomates estén muy muy maduros. Lo ideal es hacerlo cuando el tomate está en época, a mediados o finales de verano. Podéis hacer mucha cantidad una vez y, si vuestro congelador es lo suficientemente grande, congelar botes de salsa para todo el año.
Ingredientes para 4 Personas
Para empezar, pelamos y cortamos los tomates. Los rallamos o los cortamos en dados y reservamos.
Pelamos y picamos la cebolla y cortamos los pimientos en tiras. En una olla, cubrimos el fondo con aceite y añadimos ahí el ajo cortado en láminas.
Cuando el ajo se dore un poco, incorporamos la cebolla y el pimiento verde y rojo y dejamos que se pochen mucho, hasta que estén muy blandos.
Cuando la cebolla y los pimientos estén listos, añadimos el tomate y el perejil picado. Salamos toda la mezcla y la probamos para no pasarnos con la sal.
Tapamos la olla y dejamos que hierva a fuego medio. Cuando rompa a hervir, y sin dejar de remover (¡si no se pega!) lo volvemos a tapar, bajamos el fuego al mínimo y dejamos que cueza así durante hora y media o dos horas.
Cuando haya pasado el tiempo, retiramos del fuego y añadimos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra.
En la misma olla, trituramos nuestra mezcla con una batidora y, cuando coja la textura deseada, dejamos que enfríe. Ahora lo único que debemos tener es un poco de paciencia para que la salsa enfríe y podamos distribuirla en botes para congelar.
La salsa de tomate casera es ideal, y una vez que veamos lo rica que sale y el poco trabajo que da, no volveremos a traerla del super. Además, al congelarla, no volveréis a hacer salsa en mucho tiempo.
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Consejo del día
Cuando hacemos un aliño con limón es importante dedicarle tiempo y mimo a ligar el zumo de limón con el resto del aliño. Si no le dedicamos el suficiente tiempo, el limón puede quedar separado de la otra elaboración, dando el aspecto de que está cortado el aliño, y sin dar la consistencia compacta y unida que queremos conseguir para nuestro aderezo.
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